Uno de los personajes más característicos de la novela es este personaje secundario, que aparece a lo largo de toda la historia. Un personaje invisible a ojos de Andamana, que lo trata con desprecio e indiferencia, pararrayos de su mal humor, siempre temeroso del carácter irascible de su ama y dispuesto a huir y quedar fuera de su alcance cuando la situación así lo aconseja.
"(...)
– ¿Qué ocurre, Señora? –se oyó decir.
–¡Apaga la luz, imbécil! –respondió airada, retorciéndose asqueada y furiosa.
Imbécil, era un ser rechoncho y bajito, con los ojos casi fuera de sus órbitas. El rojiblanco de su piel y sus canas caracterizaban la parte visible de su cuerpo, que sobresalía más allá de su cuello encorbatado. Posiblemente ya no recordaba su nombre, simplemente era Imbécil. Ni siquiera sabía ya cuántos años de vida llevaba soportando estoicamente el desprecio y el mal humor de su ama, ejerciendo las funciones de mayordomo y criado para todo. A sus sesenta y tantos años se apresuraba, cojeando, a llegar hasta la puerta. Tras cerrarla, se pudo oír un suspiro. Al fin y al cabo, Imbécil había corrido mejor suerte que la vieja araña. (...)"
No hay comentarios:
Publicar un comentario