"(...)Esta
vez tenía que haber sido igual, pero el golpe por la espalda, que apenas
sintió, fue un golpe de odio, el que produce esa fuerza brutal que arranca el
alma en un grito desgarrador, la que hace sonreír histriónicamente, victorioso,
hasta desgajarse de la cara un gesto terrible, inhalando un aire que devuelve
la vida, como si hasta ahora, Artemi, hubiese estado muerto.
Los
pensamientos de Taré no tuvieron tiempo de fluir, solo pudo percatarse del
color verde del mar embravecido que lo acogió. Su cuerpo, que se retorcía en el
aire sin encontrar el equilibrio, impactó en el agua. Eso fue lo último que
logró ver Artemi después de empujar a Taré desde el acantilado y antes de que
una gran ola espumosa, bramando con fuerza, como si estuviera llena de rabia, y
de cuya cabellera salía una cresta efervescente, le arrebatara a su hermano de
su vista para siempre. Por más que buscó oteando toda la costa no halló el
cuerpo de su hermano. Después de un buen rato, extrañado y preocupado al no
encontrarlo, su rostro se fue iluminando al comprender que se había ahogado(...)"
Intenso, muy intenso. Se palpa la violencia, se puede oler el mar y notar el gusto salado del agua y la sangre.
ResponderEliminarUf, miedo me das, Ana. Cuando hueles la sangre te sale la terribilitat joyanesca inevitablemente.
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